Una cajita chiquita, blanca como la cal: todos la saben abrir, nadie la sabe cerrar.

Blanca soy y, como dice mi vecina, útil siempre soy en la cocina.

Bonita planta, con una flor que gira y gira buscando el sol.

Soy un viejo arrugadito que si me echan al agua me pongo gordito.

Col, col, colera; flor, flor, florera: si estamos juntas, ¿Qué planta apuntas?

Tengo duro cascarón, pulpa blanca y líquido dulce en mi interior.

Fui a la plaza y las compré bellas, llegué a mi casa y lloré con ellas.

Me abrigo con paños blancos luzco blanca cabellera y por causa mía llora, hasta la misma cocinera.

Con el dinero lo compro, con los dedos lo deslío, por la cara me lo como.

Una señora muy enseñorada, con el sombrero verde y la falda morada

Blanquilla es mi nombre y endulzo la vida al hombre.

Ave soy, pero no vuelo; mi nombre es cosa muy llana: soy una simple serrana, hija de un hijo del suelo.

Tengo cabeza redonda, sin nariz, ojos ni frente, y mi cuerpo se compone tan sólo de blancos dientes.

De verde me volví negra y me molieron con tino, hasta que al final del todo, de mí hicieron oro fino.

Si la olvidamos se pasa; si la vendemos se pesa; si se hace vino se pisa; si la dejamos se posa.

Verde nací, amarillo me cortaron, en el molino me molieron y blanco me amasaron.

Te lo digo y te repito y te lo debo avisar, que por más que te lo diga no lo vas a adivinar.

Un palito muy derechito y en su cabeza un sombrerito.

Blanquita soy, hija del mar; en tu bautizo, tuve que estar.

Junto a la jara y el tomillo en el monte me arrodillo.