Blanca fue mi niñez, morada mi mocedad, negra y prieta mi vejez, adivina qué será.

La más tuna del árbol la más fetén una vez estrujada va a la sartén.

Después de haberme molido, agua hirviendo echan en mí. La gente me bebe mucho cuando no quiere dormir.

Soy redonda como el mundo, al morir me despedazan, me reducen a pellejo y todo el jugo me sacan

Sin mí no tendrías pan, ni pasteles, ni empanada. Nazco verde y estoy dorada por los días de San Juan.

No toma té, ni toma café, y está colorado, dime ¿quién es?

Te digo y te repito que si no lo adivinas no vales un pito.

Es santa y no bautizada, y trae consigo el día, gorda es y colorada y tiene la sangre fría.

En el agua se hace y en ella se deshace.

Soy el jugo de la uva, de la copa el contenido, de la mesa el gran señor, de todos apetecido.

La mujer del quesero, ¿qué será?

Se hace con leche de vaca, de oveja y de cabra y sabe a beso ¿Qué es eso?

Soy blanco, soy tinto, de color todo lo pinto, estoy en la buena mesa y me subo a la cabeza.

Negra y minúscula bola que la boca te atormenta aunque muerdas una sola.

Una vieja arrugadita que de joven daba vino y ahora es una frutita.

Arca, monarca, llena de placer; ningún carpintero te ha sabido hacer.

Yo soy el diminutivo de una fruta muy hermosa, tengo virtud provechosa, en el campo siempre vivo y mi cabeza es vistosa.

Con el pelo rojo, la cara amarilla y llena de granos, soy rico alimento si estoy cocinado.

Lentes chiquitas, jóvenes o viejas: si quieres nos tomas y si no nos dejas.

De bello he de presumir: soy blanco como la cal, todos me saben abrir, nadie me sabe cerrar.